El proyecto articula las distintas zonas definidas con claridad en el programa, estructura el conjunto del campus físicamente con elementos de paisaje y con la arquitectura, y apuesta por la unidad paisajística y la continuidad, en busca de un marco territorial general que no entiende el jardín como un elemento complementario.
El paisaje enmarca la arquitectura y es parte de ella. El parque se extiende hacia el oeste para conectar con un corredor verde los dos programas anexos, convirtiendo el cambio de cota, obstáculo para la fluidez de las circulaciones, en un elemento de paso abierto e integrado.
El campus escolar se concibe como un conjunto, y no como una colección de edificios independientes, y quiere favorecer la continuidad del tejido urbano, y favorecer la estructura de espacios públicos a nivel de barrio, compatibilizando ese carácter abierto y público con los requisitos específicos y las exigencias de cada nivel educativo particular.
En el caso de las instalaciones deportivas, se proponen circulaciones paralelas para atletas y público, decisión que vertebra la planta a través de una pasarela elevada que también permite el acceso a los graderíos. La separación física de las diferentes unidades funcionales facilita la construcción del conjunto por fases.