Centro Óptico. San Pedro del Pinatar. Murcia.

Fecha
1994
Situación
San Pedro del Pinatar
Arquitecto
Martín Lejarraga
Promotor
Paloma Ópticos
Superficie de actuación
42.50 m2

El camión se movía con dificultad, ascendimos por la calle aurora y torcimos a la izquierda, calle morería – la ciudad, como una estrella, había estallado en pedazos y estos eran los últimos restos reconocibles -, avanzamos unos metros más y allí estaba, un rótulo de taberna irlandesa de película de piratas, decía:

Rebel Tattoo, Tatuajes

– Frene, es aquí, le dije al conductor, que me miró horrorizado. bajé y entré en el local. era una pequeña estancia de planta cuadrada y techo muy bajo, con las paredes repletas de dibujos cuidadosamente enmarcados, páginas sueltas de cómics, fotos de mujeres semidesnudas con tatuajes en lugares insospechados cogidas con chinchetas, y la música de Joe Cocker – el auténtico, el mejor, el negro – invadiéndolo todo.

Tras el minúsculo mostrador dos hombres se revolvían ordenando material. No cabía duda, eran alejo y manolo. En la sociedad de tatuadores, que comparte piso con la de taxidermistas, me habían dado sus nombres, eran los únicos que podían hacer algo así.

– Bien, tú dirás, es doloroso, ya sabes, no tienes pinta de marearte, dónde lo quieres, has traído el calco, no tenemos todo el día.

Les conté la historia.

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Me tomaron por loco, empezaron a insultarme y faltó poco para que me echaran de allí a patadas. Conseguí calmarles, ellos me hablaron de técnicas de tatuado, de las distintas clases de agujas y sus efectos bajo la piel, de los americanos y sus extravagancias -te tomamos por uno de ellos-, de los cuadros de arcimboldi, de los ángeles del infierno y de la acera de enfrente donde ya no quedaba nada, yo les hablé de la independencia del soporte, de agudeza visual, de oculistas indios, de arquitectura parlante -ahora se dice así-, de fluxus, de maciunas y sus trabajos tipográficos y su aplicación a los optotipos.

Descargamos el material, unas piezas de vidrio laminar de diferente composición, formato, espesor y transparencia. Comenzaron el trabajo, – habrá que hacerlo por sesiones -, dijeron.

En un principio fue la tinta negra y el vidrio blanco, y después la tinta blanca, y los colores, …lo que iba a ser una sesión de unas horas se convirtió en una sesión sin fin, sólo paraban para comer un bocado y asomarse a la calle para estirar las piernas.

Las piezas que se descargaban eran cada vez más grandes, pero ya para entonces la cuadrilla de albañiles que había contratado iba por delante, -siguiendo mis instrucciones-, invadiendo recintos contiguos abandonados, abriendo pasos, apuntalando. Llegamos hasta el pasaje Conesa – un fabuloso espacio de cuatro plantas de altura – y allí instalamos las últimas piezas.

Había sido duro, pero el trabajo estaba ya acabado.

Vuelvo mucho por allí. Han añadido a las fotos de la pared sus últimos trabajos con Herzog&Meuron, Nouvel y toda la panda, y tienen pendiente desde hace tiempo una entrevista con Alejandro Zaera.

Sólo hay una cosa que no ha cambiado, siguen fieles a la música del auténtico, el mejor, el negro, Joe Cocker.

Publicaciones

On Diseño nº 180
Proyecto Contract nº 13